p-.a-.l-.p-.i-.t-.a-.n
las alas rotas,
derrocan el sopor,
toman consciencia
y se alzan
-una vez más-
para inmolarse:
sobrevuelan
con
hambre de mártires,
buscando
saciar el coraje ajeno
a punta
de insultos nuevos;
audicionan
en pieles
dulces
y ojos deseantes
(carnada perfecta)
de exquisitos
hombres-rapiña...
No hay derrotero
para ese frenesí
mordaz:
la búsqueda
cesará
cuando
la palabra
agriete
la calma
y
suicide -un poco más-
las
escasas
plumas
de
la razón...
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