para aparcar en sus aguas
imperecedaremente...
Sólo un tiempo,
una noche
infinita:
de versos,
miradas,
lujos,
secretos,
simplicidades,
tautologías,
acuerdos implícitos,
manías,
exquisitas
indiscreciones,
sonrisas,
jardines
y
adioses...
Lo admito:
habitan
en mi deseo,
pero
no son para mí,
no me quedan.
Sus dudas asfixian
la voz
quedita
del anhelo
y Careonte
se robó
la barca
del deseo.
Dentro
llevaba
el sueño muerto
del
hombre-sombra
que
no será
más...
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