jueves, 12 de septiembre de 2013

Floridas lápidas

anuncian tu rostro,
sembradío de la pena inconclusa,
del ocio infinito,
de la lápida informe
que es mi rostro
cuando le siembro
nuevas memorias.

Algunas veces más
intento resucitarte,
reconstruirte tan perfecto,
tan indomable
y traumatizado
como te adoré.

Me convierto,
una vez más,
en la portada sepia
con letras de moda
y encajes de colores,
la perfecta modelo
de una revista de cocina,
inventándome recetas
para odiarte un poco
al menos.

Pero sigues vivo,
eres la misma incandescencia
pero con el lujo
de la nostalgia
que acrecenta lo inefable.
Y yo, un poco más cada vez,
más muerta, agonizante de mí y de ti.