Maullario
jueves, 11 de noviembre de 2010
La vena vacía de tu destierro
sangra
y llena
la silla de ruedas
sin enfermo,
los ojos vacíos,
las piernas
que olvidaron
cómo y dónde caminar...
detrás suyo
parpadean sanguijuelas
hambrientas:
ellas tampoco
saben
cómo enterrarte.
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