jueves, 27 de enero de 2011

De temple

f
r
á g
i
l,
agallas de viento...

Coraza de fierro
que cubre
un armazón de cristal.

Las
manos
estranguladas
ya no saben
quebrarse más;
tampoco recuerdan
cómo palpar.
Labios
vacíos de
tanto secarse
en silencios.
Ojos
estallados
en agua...

Y sin embargo,
la piel
aún disimula
la hecatombe
que resguarda
a poro y sal.

Debajo
sólo papel
periódico
y engrudo
con forma
de alma humana.

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