sábado, 9 de julio de 2011

Travesía de ausencias

es este derrotero,
esta muerte
lenta y prevista
de la mujer nacida
en el adiós pactado,
la pregunta imprecisa
y la entrega certera.

No lo advertimos
entonces
-hipnotizados con
el reencuentro
en esta vida-:
fuera nuestro
las tormentas
de escasos relojes
de arena
anunciaban
la nueva partida...

Certero,
este amor
con fecha de caducidad
nos miraba renacer
colgado de las cortinas...

Tapando los ojos
de tus deidades
callaba los oídos,
mordiéndonos
tuétano
y porvenir...

Lo supimos
incluso antes
de encontrarnos:
Cloto alumbró
en tu beso alado
la promesa deformada
incluso antes de nacer;
Laquesis nos enredó
con almas
que sabían encontrarse;
Atropos perdió el rumbo
y no hallo la hora
en que su guadaña
decapite
memorias insurrectas...

Ésa que no puede
persistir
sin su guerrero de olas
aún palpita quedito,
se niega a seguir su rumbo,
cerrar los ojos
y labrarse un epitafio.

Tu voz la alumbra
como un exilio lento
del que no quiere partir,
donde no sabe cómo llegar
sin esa brújula
que es tu cuerpo soñándome,
tu mirada hurgando
en mí.

En este peregrinar
planeado
la mayor ausencia
es hallarme.

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