miércoles, 21 de julio de 2010

Pasos lejanos de un destino cercano

Huellas, zapatos, lluvia,
caminaba a paso acelerado:
huía del crujir de las paredes de la casa,
del gruñido eterno del egoísta insaciable
que, por más absurdo que fuera, idolatraba...

-¡Al carajo! -se decía y apretaba el paso,
tenía la firme convicción de que
al final de la avenida
hallaría algo mejor que cotidianidad
aderezada al más puro estilo de
telenovela noventera.

Y al dar la vuelta la encontró:
sombrilla en mano, vestido rojo y vaporoso,
curvas anidadas durante cuatro décadas,
tinte y manicura
anunciando medias de redes.
Sus miradas no lo hicieron, pero sus mentes
se cruzaron:

-Guapa, ¿me das un fósforo?
-¿Y tú qué me das a cambio?
-La vida...

Intercambiaron fósforos por sombrilla,
Sofía regresó con el vestido rojo
a cerrar el gas, pues se le quemaban
las habas.
La recién nacida, sombrilla en mano,
sonreía divertida,
a los pocos segundos el primer cliente
preguntó la tarifa por encuentro:
-Hombre, esta ronda la invito yo,
prefiero que me vean
la cara de puta que de pendeja.

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