dejé.
También dejé
vacías las maletas.
No me hacía falta
más ropaje
para emprender
camino
que
tu lengua mordaz
golpeándome
el último mendrugo
de afecto.
Te declaro
absoluto vencedor
y amo de casta.
Ahora
podrás arroparte
en un piso desierto
y ahorrar dinero
como nunca:
comprobarás
que
de
mantenidos
está llena
la tierra de tus sueños...
Y de pesos vacíos
la loza
de este destierro.
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